Dice la leyenda que Víctor Emilio Estrada, ex presidente del Ecuador, era todo un caballero, pero las personas de esa época decían que había hecho un pacto con el Diablo, por ello, construyó una tumba de cobre para que el Demonio no invadiera su descanso. Al morir fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del cementerio de Guayaquil. Desde ese día Víctor Emilio Estrada no descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus en la parada.