En la calle Julián Romero tenemos un cristo encarcelado rodeado de flores, donde descubrimos la leyenda de Julián y Angustias. Los padres de Angustias no estaban conformes con este romance debido a las diferencias de clases sociales. A Cuenca llegó un emisario real, su función era reclutar soldados para el ejercito español y llevarlos a filas en la guerra contra Italia. Julián se alistó para volver de la guerra con ahorros, ganancias y un futuro para su amada.
Antes de la guerra, Julián y Angustias se prometieron amor eterno y fidelidad ante el cristo que allí se ubicaba, mientras transcurría la guerra, para que, a la vuelta de Julián, pudieran casarse y continuar juntos. Sin embargo, Angustias decidió rondar a otro muchacho llamado Lesmes, olvidándose de Julián.
Duelo a muerte
Al cabo de dos años, Julián volvió a Cuenca y lo primero que hizo fue buscar a su amada. Nuestro protagonista se llevó la sorpresa cuando descubrió a Lesmes en la ventana de su amada. Se atacaron y fallecieron. Angustias tras la muerte de sus amores, se recluyó en el convento de las Petras, situado en la actual Plaza Mayor de Cuenca, la cual no se supo más de ella.
El cristo del pasadizo
En honor a esta leyenda, podemos encontrar al Cristo que fue testigo de toda la historia. La talla del cristo que actualmente encontramos en el rincón es del año 2008.