Caudillo indígena, no fue hijo de Huayna-Cápac, pero sí un inca quiteño, posiblemente de origen cuzqueño y cuyos padres vinieron con Huayna-Cápac. Rumiñahui, sirvió a Atahualpa junto a Quisquís y Calicuchima durante la guerra que libró contra Huáscar, que convirtió a Atahualpa en el único soberano del Tahuantinsuyo.
Castigó con dureza y energía a los pueblos que no aceptaron su mandato, hizo que se le entregasen todos los tesoros y riquezas que poseían el reino y la ciudad. Quilliscacha tomó los tesoros personales que pertenecían al soberano y marchó al Perú para pagar su rescate.
Antes de finalizar 1533, al conocer en Quito la noticia del asesinato de Atahualpa, salió a recibir el cadáver del soberano con expresivas muestras de dolor. Luego de una serie enfrentamientos, a mediados de 1534 libró la feroz y sangrienta Batalla de Tiocajas, contó además con la ayuda de casi once mil indios cañaris que nunca aceptaron el dominio de los quiteños y menos aún el de Rumiñahui.
Luego de la batalla Benalcázar le envió un mensajero ofreciéndole amistad y alianza, pero éste, en vez de aceptar, asesinó al mensajero y se retiró hacia Quito arrasando a su paso hasta las más humildes chozas que encontraba en su camino.
Conducido a Quito fue sometido a horribles torturas para obligarlo a revelar el lugar en donde había escondido los tesoros del reino. En medio de crueles tormentos, Rumiñahui burló continuamente a sus captores, hasta que en la mañana del 10 de enero de 1535 fue finalmente ahorcado junto a otros célebres generales quiteños.