Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru nació en Quito, el 27 de diciembre de 1797. Patriota ecuatoriana reconocida como heroína de la independencia de América del Sur.
Hija de Simón Sáenz, un comerciante español y de María Joaquina de Aizpuru, hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomo partido por los rebeldes.
A temprana edad presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se inspiró en las hazañas de Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.
Desarrolló fascinación por la vida pública, motivo por el que aprendió a leer y a escribir, virtudes que tiempo mas tarde le permitieron iniciar una relación epistolar con su futuro amante: Fausto Delhuyar, un coronel del ejército del rey. Con él se fugó para descubrir más tarde el infortunio de su infertilidad.
Contrajo matrimonio con James Thorne, un médico de 40 años que comerciaba con su padre. Sin embargo, alguien a quien Manuela nunca llegaría a amar.
En el año 1819 vivía en Lima y tenía una buena amiga llamada Rosita Campuzano. Para aquella época América se encontraba convulsionada y en 1820 las reuniones se realizaban en su casa y las disfrazaba de fiestas; actuaba de espía y pasaba información.
Participó en las negociaciones con el batallón de Numancia, y en 1822, una vez liberado Perú, fue condecorada «Caballeresa del sol, al patriotismo de las más sensibles»
El 16 de junio de 1822, Manuela viajo a Quito para reencontrarse con su madre y fue en ese entonces que en un baile conoció al Libertador. Se dice que, desde ese entonces mantendrían una relación.
Participó en la consolidación de la independencia del Ecuador. Además, se dice que Bolívar le regaló un uniforme, que ella utilizaba a la hora de sofocar algún levantamiento. Fue nombrada por Bolívar miembro del Estado Mayor del Ejército Libertador y peleó junto a Antonio José de Sucre en Ayacucho, siendo la única mujer que pasaría a la historia como heroína de esta batalla.
El 25 de septiembre de 1828, salvó de la muerte al Libertador de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander. Para lo cual de regreso a palacio, Bolivar le dijo: «Eres la Libertadora del Libertador».
Al conocer la muerte de su amado por medio de una carta de Peroux de Lacroix, decidió suicidarse, haciendo morderse por una víbora. Sin embargo, fue salvada por los habitantes del lugar.
Santander, levantó una ola de calumnias en su contra y Manuela decidió escribir, como forma de protesta, La Torre de Babel , motivo por el cual se le emitió una orden de prisión. Seguidamente, tuvo lugar la persecución de los colaboradores de Bolívar, que la consideraban peligrosa.
Así, el 1 de enero de 1834, le ordenaron que abandonara la nación en un plazo de trece días. Mientras tanto, fue encerrada en la cárcel de mujeres y conducida en silla de manos hasta Funza, y de allí, a caballo, hasta el puerto de Cartagena con destino a Jamaica.
Volvió en el año 1835, durante el gobierno de Vicente Rocafuerte, quien determinó su salida del país. Esto le llevó al destierro. Finalmente, se radicó en el puerto de Paita, donde subsistió elaborando dulces, tejidos, bordados para la venta y era traductora de inglés.
Tiempo antes de su muerte, fue visitada por muchos hombres importantes, entre los que figuraron Simón Rodríguez, Hermann Melville y Giuseppe Garibaldi. Uno de los que trajo consigo la difteria, enfermedad que contrajo y de la que murió, a los 60 años de vida.