Esta leyenda difundida y arraigada en el centro histórico de Quito, también conocida como la leyenda del atrio de San Francisco. Narra que Cantuña fue un célebre constructor indígena y descendiente directo del gran guerrero Rumiñahui. Por lo que, los franciscanos le encomendaron la tarea de construir una claraboya para una iglesia en Quito llamada Iglesia de San Francisco, el pago fue cuantioso, pero tenía que hacerlo dentro de seis meses para obtener su paga.
Cantuña al ver que el tiempo de entrga estaba por culminar se abruma de desesperación y su sufrimiento llega a oídos del Diablo. El demonio ofrece hacer un pacto con las siguientes condiciones: Cantuña le entregaría el alma. Cantuña aceptó y miles de pequeños demonios comenzaron a trabajar tan pronto como la oscuridad cayó sobre la ciudad.
De repente Cantuña se da cuenta de lo rápido que trabajan y su alma sufrirá el castigo eterno, por lo que decide engañar al diablo. Tomando la última piedra de la obra y escondiéndola , cuando el diablo creyó que la obra había terminado, se acercó a Cantuña para llevarse su alma pero este le dijo que hacia falta una piedra. Lucifer, vio cómo un mortal lo había engañado. De esta manera, Cantuña salvó su alma.