Del 1 al 6 de enero, Píllaro revive la tradición ancestral de la diablada, que reúne turistas de diferentes regiones del Ecuador y del extranjero para disfrutar de la danza, los colores y las increíbles máscaras que caracterizan este evento.
Esta fiesta popular tiene su origen de la época colonial, los indígenas disfrazados de demonios rechazaban la predicación de los sacerdotes y las torturas físicas, psicológicas, económicas y morales que sufrían de la mano del española.
Los demonios de Píllaro son figuras populares de esta fiesta. Los disfraces especiales requieren tiempo y esfuerzo de elaboración, las máscaras están hechas a mano, su base principal es un molde hecho de un bloque de tierra, sobre el cual se pegan capas con papel engomado, y se dejan endurecer al sol. Luego agregaron los cuernos y dientes de diferentes animales como cabras, venados, ovejas, toros. Coloreado en diferentes tonalidades, de negros y rojos.
La vestimenta consiste en pantalones cortos rojos hasta la rodilla con ribetes dorados y una blusa o capa roja con ribetes bordados y borlas doradas. Los calcetines rojos ayudan a llevar el color diabólico a todas partes y los zapatos mantienen los pies ágiles.
Se realizan en las principales calles de la ciudad con un desfile lleno de baile y bandas de pueblo desfilando al son de sanjuanito, saltashpa, tonada y pasacalles. Cada comparsa representa su cultura y tradición acompañada de guarichas y capariches. Reuniendo así a decenas de familias, que animadas por el ejemplo de sus antepasados, participan anualmente de este evento cultural.