Nació en Quito el 31 de octubre de 1618 y falleció el 26 de mayo de 1645. Fue una beata. Era ferviente seguidora de santa Teresa de Jesús. Desde niña demostró una gran inclinación hacia la piedad, aprecio por la pureza y la caridad hacia los pobres. A los siete años invitaba a sus sobrinas a rezar el rosario y a hacer el Vía Crucis.
A los ocho años fue admitida a hacer la Primera Comunión. Su cuñado trató de obtener que la recibieran en una comunidad de religiosas. Había aprendido muy bien la música y tocaba la guitarra y el piano. Había aprendido a coser, tejer y bordar. Tenía una armoniosa voz y sentía una gran afición por el canto. Le agradaba entonar cantos religiosos.
En el templo de los Padres Jesuitas encontró un santo sacerdote y le enseñó el método de San Ignacio de Loyola. Se colocaba en la cabeza una corona de espinas mientras rezaba el rosario. Una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas en Quito. Mariana ofreció su vida desde ese día, ya no murió más gente de ese mal allí. El Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título de «Heroína de la Patria». Murió santamente el viernes 26 de mayo de 1645.